Liderar una pequeña y mediana empresa es como montar una bicicleta: para avanzar —y no caerse— hay que mantenerse en movimiento. Por eso, quienes están al frente de las pymes a menudo están pendientes de generar nuevos negocios.
A priori, puede parecer que si las cosas se mueven y los tiempos comienzan a ser cada vez más apremiantes, todo va bien. Sin embargo, cuando con tal de aumentar la facturación y mantener la estructura, los empresarios comienzan a incorporar cada vez más servicios y/o productos, llega un momento en el cual se asumen más responsabilidades que las que se pueden cumplir efectivamente.
En este artículo, repasamos los riesgos de perder el control de la compañía y exponemos 4 signos que ponen de manifiesto que se ha perdido dominio de la complejidad. ¡Buena lectura!
Los peligros de perder el dominio
En el mundo empresarial, no reconocer las propias limitaciones puede traer serias consecuencias. Cuando quienes conducen las pymes quieren abarcar más de lo que pueden enfrentar e incorporan nuevos servicios, productos, procesos o canales de venta, los problemas no tardan en aparecer.
Forzar la capacidad de una organización y de las personas que forman parte de ella hace que se empiece a trabajar bajo presión y que los colaboradores se sientan más exigidos.
En este punto, cuando esto sucede son tantas las situaciones que hay que resolver que, parafraseando a nuestro socio Martín Quirós y usando una metáfora futbolística, se “ataja” aquello que se puede mientras se va perdiendo consciencia de cuáles son las cuestiones realmente importantes.
Al tensionar la gestión, se produce una pérdida progresiva del dominio. Como destaca nuestro socio Hernán de la Riva en un pasaje del libro “Visión Pyme - Potencia tu empresa”: dominar una compañía consiste en lograr un balance entre lo que el mercado pide, la capacidad de hacer negocios y las necesidades de la compañía.
Por eso, cuando el control se pierde, también se pierde la rentabilidad, frenando el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas.
Pymes: 4 síntomas que demuestran la falta de control de la complejidad
Ahora bien, ¿cómo saber si efectivamente hay inconvenientes para dominar la complejidad?
Prestando atención a la existencia de estas 4 señales:
- Incumplimientos, problemas de calidad, demoras y devoluciones.
- Caída de los márgenes comerciales.
- Urgencias permanentes que gobiernan el día a día de la empresa.
- Falta de claridad acerca del costo-beneficio de los procesos, productos o servicios que se incorporan.
La primera señal de que algo no está funcionando bien son los incumplimientos. Sin embargo, en vez de centrarse en buscar la solución, en ocasiones los empresarios agudizan el problema, añadiendo nuevos compromisos que luego no pueden ser cumplidos.
Para evitar que el escenario empeore hay que dejar de traer más y empezar a gestionar mejor. Cuanto más se soporta y más se espera creyendo que la situación se va a revertir, los problemas se agravan.
La diferencia entre afrontar las cosas a tiempo y esperar a que se resuelvan solas, reside en que cuando se toma el toro por las astas, la etapa no trae secuelas, pero cuando se deja todo librado al azar, el costo personal y empresario es muy alto.
La empresa no necesita que el líder la pase mal y viva estresado. Por el contrario, precisa que pueda sacar el máximo provecho de aquello que puede abarcar, para ser capaz de generar más.
Después de todo, el desarrollo empresarial consiste en la capacidad de ir reemplazando esfuerzo por inteligencia directiva.
Contar con el apoyo de expertos es un paso fundamental para recobrar el control. En Quirós Consultores contamos con el conocimiento y la experiencia necesarios para ayudar a las pymes a detectar las señales de alerta a tiempo, a fin de que puedan recuperar el dominio de la complejidad. Contáctanos.
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